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viernes, 18 de diciembre de 2020

CRÓNICA DE LA NAVIDAD. Diciembre de 2020, el año de la pandemia.

CRONICA DE LA NAVIDAD 

Diciembre de 2020, el año de la pandemia.

    Queridos vecinos y vecinas de Benalauría: Muy difícil se me hace este año pergeñar estas pocas líneas de crónica y felicitación. El mundo está pasando globalmente por una inmensa tragedia que se ha llevado y se va a llevar a millones de seres humanos, que ha casi destruido físicamente a otros muchos, y que ha provocado una gigantesca crisis económica, también global, que golpea sin piedad a decenas de actividades, y a un ejército de trabajadores que ven como, sin esperarlo siquiera hace un año, han perdido todas sus fuentes de ingreso. 

    No busquemos culpables, pues no los hay. Si acaso podríamos reflexionar en qué se ha fallado, en la falta de previsión, en improvisaciones inadecuadas que, en un principio, agravaron el problema por todas partes. En nuestra España la tragedia ha ido de la mano, por si fuera poco, de la más absoluta desunión de la clase política, teñida de palabrería, broncas e innecesarias radicalidades. Que cada cual se adhiera a la que más le convenga, yo, a ninguna. Aquí, quienes han estado siempre en su puesto aun a costa de su vida han sido los hombres y mujeres de sector sanitario. Ellos y los que no han parado en sus trabajos esenciales para que el país no se cayera con estrépito, y todos nosotros con él.

    Pero yo sólo soy un sencillo cronista de una pequeña comunidad de la Serranía de Ronda, así que vamos a ello. Afortunadamente, no hemos tenido que lamentar por el momento en nuestro pueblo ningún fallecido por la pandemia, aunque así algunos casos muy esporádicos, de modo que algo se habrá hecho bien, señal de que ha habido prudencia y mucho cuidado hacia los mayores que aquí son población esencial. Los que se han ido lo han hecho por causas naturales o larga enfermedad. En todo caso, descansen en paz. 

    Ha sido un año distinto, y nosotros, estad seguros, quedaremos señalados para siempre por esta tragedia. Calles vacías, bajo un silencio aterrador, imágenes que nos recordaban esas distopías de las películas que todos hemos visto: de pronto, la realidad superaba a la ficción. Luego llegó el verano con su tímida apertura, aunque sin fiestas, para de nuevo caer en esta segunda ola en la que estamos, temerosos de nuevos picos, aunque con la esperanza puesta en las vacunas que vienen. Quiera Dios que funcionen y podamos volver a nuestra vida de siempre.

    Benalauría se enfrenta a unos retos más que inquietantes. Si ya de por sí estábamos inmersos en una decadencia y desánimo generalizados, esta epidemia nos puede dar el tiro de gracia si no reaccionamos con presteza. El pueblo está más hermoso y cuidado que nunca, con rincones recuperados y un jardín restaurado y acondicionado, dedicado con justicia al gran naturalista Simón de Rojas Clemente, el verdadero descubridor del pinsapo, al tiempo que se han iniciado las obras del tan ansiado e imprescindible aparcamiento. Con errores también, como ese adefesio añadido sobre los muros de un edificio del siglo XVIII, el de nuestro Ayuntamiento, con la idea peregrina e innecesaria de adecuar unos baños a menos de dos metros de una casa habitada. Un parche absurdo que ha roto líneas y perspectivas en un espacio urbano consolidado, ahora recoveco infame. Supongo que hubo el preceptivo informe técnico, en todo caso ¡qué gran error! 

    Pero un pueblo tan bello y cuidado puede convertirse en una suerte de parque temático, frío, sin vida, sin pulso, que es donde estamos ahora. Toca reaccionar, pues hemos pasado de ser un lugar referencial en la Serranía a la mayor de las insignificancias. No busquemos, de nuevo, culpables. Os remito a la famosa frase de John F. Kennedy: “No te preguntes qué puede hacer por ti tu país. Pregunta lo que puedes tú hacer por él.” Esto es de todos, Corporación, asociaciones, pequeños empresarios, gente del campo, vecinos y vecinas. No quedará otra que apretar, que levantarse, que luchar, que aportar ideas, que renovar las ilusiones a partir de las iniciativas del actual Equipo de Gobierno, que ha de tomar el mando con energía e irradiar proyectos y facilitar las iniciativas.

    Esas han sido nuestras debilidades, ahora toca hablar de las fortalezas. Nuestro paisaje, puro, arbolado, de amplios horizontes, de las generosas aguas de dos ríos vertebradores de sendos grandes espacios contrapuestos, el radiante Guadiaro de las tierras adehesadas, de las huertas y el ferrocarril, y el sombrío Genal de castañares de oro y verdes opulentos, o de los pardos alcornoques, quejigos y encinas, entre los que aparecen el pegujal de añosos olivos y los ocultos tesoros del huerto tras su alberca. También disponemos de una buena red de alojamientos que suelen estar bastante solicitados, de unas rutas convenientemente señalizadas para los senderistas, de una magnífica vía ferrata, y, sobre todo de un capital humano, basamento de algunas asociaciones como Montaña y Desarrollo, que sabe y entiende que hay que salir de esta. Con tales argumentos, empuje, determinación, imaginación y buen gobierno nos reconvertirían hacia el punto de donde nunca debimos salir. 

    Queridos amigos. La foto que os propongo, de Andrés Mena, nos refleja una luz tamizada, casi etérea, propiciada por las brumas de los levantes sobre nuestra Sierra Bermeja. Pinsapos como símbolo de la fuerza y de la pervivencia. Imagen hecha naturaleza del Niño que se acerca en estos días felices que celebramos todos los hombres de buena voluntad, independientemente de nuestras creencias. Que os sirva de postal. Reuníos con mucha prudencia y seguid con disciplina las recomendaciones de los gobernantes. Y pensad esto: en numerosas casas de nuestro país, la familia no va a discutir sobre qué cenar o comer, sino qué se puede hacer con la alacena vacía y el monedero sin esperanza. Sed muy solidarios. Este año, más que nunca. 

    Feliz navidad de vuestro cronista José Antonio Castillo Rodríguez.